Terrorismo e información: la batalla por la libertad de expresión. Así ha titulado el escritor y periodista Mauricio Fernández Martín, director de Comunicación de Telefónica, su tesis doctoral en la que expone el papel que juegan los medios en la batalla contra el periodismo. Como afirma su autor, en este libro (publicado por la Colección Villanueva Estudios de Comunicación y la Editorial Netbiblo) se analizan los distintos errores que los periodistas han cometido en su lucha contra el terrorismo a lo largo de la historia.
P: ¿Qué opina del supuesto pacto de “alto el fuego” con ETA? ¿Cree que ha sido un paso adelante o simplemente una maniobra política?
R: Lo que todos los españoles debemos tener muy claro es que ETA es una organización criminal que sigue existiendo y se mantiene en la clandestinidad. No ha desaparecido y no podremos hablar de un final definitivo de la violencia mientras la banda terrorista no se disuelva del todo y entregue de forma totalmente verificable las armas. Desgraciadamente no es la primera vez que se ríen de todos nosotros jugando con nuestras esperanzas de paz y nuestra buena voluntad. Personalmente no creo en el final de ETA como organización terrorista. Las treguas de ETA han sido la mejor campaña electoral de la izquierda ‘abertzale’ y todo su entramado. Las ganas de creer que los atentados no se volverán a producir no vence mi escepticismo producido por las anteriores treguas frustradas.
P: ¿Qué opinión le merece la aparición en la escena política de partidos con claras tendencias terroristas? ¿Creé que es correcto legalizar este tipo de partidos? ¿Hasta dónde creé que llega la libertad en este sentido?
R: Nunca se debería legalizar un partido que no rechaza la violencia terrorista ni demuestra que cumple y va a cumplir las leyes a rajatabla. En octubre de 2011, las víctimas de ETA, lideradas por la Fundación de Víctimas del Terrorismo, mostraron el trabajo realizado por su Observatorio contra la Impunidad con unas conclusiones muy claras: Bildu está controlada por la ilegalizada Batasuna (ETA). Para corroborar su tesis, aporta la identidad de hasta 16 altos cargos de Bildu con sólidas raíces en la ilegalizada coalición.
P: En uno de los capítulos de su libro, usted destaca que uno de los errores graves en los que incurren los periodistas es el de escribir antes de pensar poniendo por delante la inmediatez de la información a su elaboración. ¿Creé que las redes sociales se han convertido en un arma de doble filo en la actualidad?
R: Los progresos tecnológicos, unidos a las cada vez más populares redes sociales, permiten la difusión masiva, rápida y a veces instantánea de noticias, posibilitando conocer simultáneamente un acontecimiento, lo que ha constituido un poderoso incentivo para la práctica sistemática del terrorismo internacional. Sin duda, no es casual el hecho de que ésta se haya iniciado a fines de la década de 1960, coincidiendo aproximadamente con la fecha en que el acceso a la televisión se hace masivo en todo el mundo. En ese sentido, los modernos medios de comunicación, las redes sociales por ejemplo, representan una vitrina ideal para los terroristas. Ya nadie duda de que el éxito de una operación terrorista depende, casi por completo y en exclusiva, de la cantidad de difusión que consigue.
P: ¿Cuál fue el momento en el que se dio cuenta que era necesario un libro como este?
R: A lo largo del ejercicio profesional del periodismo he ido viviendo este tipo de situaciones y me he dado cuenta de los muchos errores que hemos cometido. En este libro trato de analizar precisamente esos errores y establecer pautas de comportamiento que nos ayuden a la hora de informar sobre este fenómeno que amenaza nuestra convivencia y la propia esencia de la Democracia. También he pretendido rendir un humilde homenaje a los periodistas en general que han informado sobre la sinrazón etarra y, más concretamente, a la prensa vasca que ha narrado, en estos más de 40 años de informaciones valientes, la peor pesadilla a la que este país ha tenido que hacer frente y se han convertido en el principal dique de contención de la sinrazón terrorista.
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